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Fabada

La fabada, “cuasi” universal

 

La fabada es el plato más conocido de la cocina asturiana, de hecho es una de las recetas más conocidas de la gastronomía española. Su base son las alubias blancas llamadas “de granja”, a  las que se les añade una buen cantidad de embutido -chorizo, morcilla asturiana, lacón y tocino- que forman el “compango”. Es un plato fuerte, que solo los foráneos se pueden atrever a pedir para cenar, y que hoy en día se toma a menudo como plato único seguido de un postre. Los guisos con alubias tienen aquí otras variantes como el pote, en el que las fabes se mezclan con repollo y patatas y en el embutido, otras partes del cerdo como la oreja, aunque en cuanto a “fabes” no cesan de crearse especialidades diferentes: fabes  con almejas, fabes con marisco, fabes con jabalí….

Como “almohadas”

Se hable o no en asturiano (bable), las alubias de la fabada, que tienen reconocida Denominación de Origen,  son “fabes” y dicen los entendidos que deben ser “blancas, grandes y suaves, como “almohades”. Su receta, que encontrará fácilmente en internet,  es simple pero requiere el mimo de la cocina a fuego lento. Las fabes deben ponerse a remojo con agua fría que las cubra la noche anterior. A la mañana habrán aumentado bastante de tamaño. Se ponen al fuego en una cazuela medio tapada con una hoja de laurel; el embutido puede ponerse desde el principio o solo hacia la mitad (hay quien, con humor, a esto le llama “fabada light”). La cocción es a fuego lento, mínimo como dos horas. Nunca se revuelve el guiso, se mueve la cazuela. Y cuando hierve, se va añadiendo un poco de agua fría, un truco que, se dice, consiste en  “asustar” las fabes. Si se compran las alubias frescas en vez de secas –es decir en la temporada de cosecha- se pueden congelar en crudo en una bolsa y entonces no necesitan remojo. La fabada está más sabrosa si se cocina un día y se come al siguiente.